Washington, 3 oct (PL) El vandalismo y el acoso contra los reporteros caracterizaron la segunda noche de protestas en la ciudad estadounidense de Los Angeles, desatadas por la muerte de un adolescente armado a manos de la policía.
Los manifestantes demandan la encarcelación de los «policías asesinos», reivindicación que trasciende el incidente puntual que costó la vida a Carnell Snell Jr., de 18 años de edad, y apunta a un problema generalizado en Estados Unidos.
El pasado sábado Snell Jr. viajaba en un vehículo presuntamente robado y perseguido por la policía, y fue abatido tras bajarse y darse a la fuga portando un arma que luego fue recuperada en la escena de la muerte.
Una multitud se aglomeró en un sitio donde tenía lugar una vigilia por la víctima, y un equipo anti-motines acudió para dispersar a los presentes, entre ellos muchos que ni siquiera vivían en el vecindario.
Anoche volvieron los manifestantes al lugar donde murió Snell Jr., insultaron a miembros de la policía, y marcharon a la residencia del alcalde Eric Garcetti, la cual bombardearon con huevos entre consignas y gritos.
Los vecinos describen a Snell Jr. como un joven sonriente y respetuoso de sus mayores, asistía a la escuela, le gustaba rapear y boxear, y reportes judiciales afirman que fue condenado a un año de cárcel por asalto con arma mortal.
Una testigo afirma que al verlo correr le gritó que parara o le dispararía, mientras que otros cuestionaron el uso de las balas, pues estiman que los uniformados podían haberlo reducido con un «teaser» (pistola eléctrica).
Para varios activistas y defensores de los derechos civiles, la política de gatillo alegre de la policía responde principalmente a un miedo provocado por prejuicios raciales, avalado también por la agresividad en las calles.